Japón por libre XIV: Día 7. Osaka

Despúes de pasar la mañana en Kioto, nos fuimos a Osaka, la tercera ciudad más grande de Japón y uno de los grandes centros culinarios de Japón. Destacan, por ejemplo, el osizushi, el udon suki y el okonomiyaki. Y en busca de uno que nos fuimos, que ya había hambre.

El okonomiyaki es un plato de los más conocidos de la gastronomía japonesa (junto con el takoyaki), y es típico del área de Kansai e Hiroshima y que viene a significar «cocinado a la plancha al gusto». Es decir, que se hace a la plancha y que le puedes añadir los ingredientes que te apetezcan. Consiste en una masa a base de harina, patata rallada, col, agua y huevo. A partir de ahí, se le puede añadir cebolleta, carne, calamar, gambas, vegetales, queso… Y para rematar, se cubre con salsa okonomi en círculo, mayonesa en zigzag, y si quieres, mostaza.

Nos costó decidirnos por un restaurante, pues había miles… pero finalmente elegimos uno en el que estábamos sentados en una mesa que su gran mayoría es una plancha. Así que, cuando pides la comida, te la preparan delante. Pedimos unos yakisoba (fideos fritos) y el okonomiyaki.

La camarera llegó con un cuenco en el que tenía los ingredientes base, más calamar y gamba, que es la opción que pedimos. Mientras se calentaba la plancha, mezcló bien todos los ingredientes y después vertió el contenido del bol en la plancha. Ayudándose de una espátula, formó un área circular y ahí nos dejó diciéndonos por señas que esperáramos. Al rato volvió, le dio la vuelta, y se volvió marchar. Finalmente, volvió, lo cubrió por la salsa y nos dejó para degustarlo.

Para servirnos teníamos una espátula para poder partirlo, y los palillos. Hay quien lo llama la pizza japonesa, pero a mí se me asimilaría más a un tipo de tortilla, quizá por el huevo. Me encantó. Y acabo de encontrar la salsa para poder hacerlo en casa, ya que los ingredientes los tenemos al alcance de la mano. A ver qué sale.

Os dejo un vídeo con una demostración de cómo se hacen

Tras comer, nos dirigimos a la zona sur de la ciudad, y de camino, empezamos a ver a gente disfrazada. Pero no de cualquier forma, no, nivel experto. Con sus trajes muy currados, pelucas, maquillaje… De repente entramos en una calle en la que apenas se podía transitar y con muchíiiiiiiiiiiiiiiisima más gente caracterizada. No sabíamos dónde mirar. Conocíamos algunos personajes de videojuegos, dibujos que han llegado a nuestro país, pero hay una oferta de anime tan amplia, que era imposible saber a quién intentaban simular.

Nos cruzamos con gente que llevaba bolsas de publicidad y llegamos a la conclusión de que se trataba de algún tipo de encuentro, de feria o similar. Es para verlo. Alucinante. Lo de esta gente con los videojuegos es un mundo aparte.

Finalmente, conseguimos llegar al Barrio Shinsekai, una zona plagada de restaurantes donde son típicas las brochetas empanadas kushikatsu y locales de ocio.

Es el barrio de Blade Runner, y podemos encontrar la Torre Tsutenkaku, de 103 metros y que es copia de la Torre Eiffel, o eso dicen. Es el símbolo de la zona.

Una zona que recuerda a esos barrios en los muelles de Estados Unidos como Coney Island en Nueva York o Santa Mónica en Los Ángeles.

Aunque también tenía un punto de Camden. Pero sobre todo, es Japón, un entramado de calles, de carteles, de emblemas luminosos, de gente… de caos, en definitiva.

De ahí nos dirigimos al barrio de Tennoji, al sur, donde se encuentran los templos de Shi-Tennoji e Isshinji Tennoji. A este último se le conoce como el templo de las estatuas de Buda hecha con restos de fallecidos (es algo gore el tema).

Nosotros visitamos Shi-Tennoji, considerado como el primer templo budista de Japón. Fue construido en 593, aunque sus edificios se han reconstruido a lo largo del paso del tiempo. La mayoría de las estructuras actuales datan de la reconstrucción de 1963. Los Shitenno son los cuatro reyes celestiales y el templo está construido para honrarles. En sus inmediaciones destacan:

Ishinotorii, de piedra situado en la entrada occidental del templo. Desde tiempos antiguos se consideraba que era la entrada Este al paraíso, así pues, durante años se celebraba una ceremonia en la que los fieles rezaban al ocaso en el punto medio entre los equinoccios de primavera y otoño.

Nada más llegar vimos que había mucha gente, y era casi el atardecer y hora de cierre del recinto. Supongo que se debía a que estaban recogiendo el mercado como el que nos habíamos encontrado por la mañana en Kioto y la gente comenzaba a abandonar la zona.

– Garan o recinto interior. Consta de la pagoda de cinco pisos, el salón principal y la sala de lectura y reunión. Para entrar en esta zona hay que pagar 300Y.

Kondo es el templo principal y en su interior encontramos la estatua del Príncipe Shotoku en su encarnación como Buda del Perdón Infinito, rodeado por los Cuatro Reyes Guardianes. Este Príncipe  fue quien encargó la construcción del templo.

Rokujido, situado delante de un estanque con tortugas, contiene la estatua del Buda de la Curación.

Honbo Teien es un jardín basado en el concepto de Jardín del Paraíso y contiene plantas que florecen en las diversas estaciones del año, desde los cerezos hasta flores de loto.

Asimismo, el templo contiene una colección con una variedad de objetos de gran relevancia artística o histórica de Japón. Sin embargo, no entramos dentro, porque no teníamos mucho tiempo.

Tras el cierre del templo nos marchamos a ver el castillo. El castillo de Osaka se trata de una reconstrucción de 1997.

La entrada al parque es gratuita, al castillo son 600Y, aunque en el interior no hay gran cosa salvo exposiciones de fotos. Fue construido como uno de los símbolos de poder de la época y se dice que trabajaron 100.000 hombres durante tres años. Tuvo que ser reconstruido varias veces a lo largo de los años por los numerosos conflictos que hubo en la zona. Nosotros lo visitamos por fuera y accedimos a los jardines, desde donde vimos atardecer y nos comimos un helado.

Aunque la ciudad es grande, lo cierto es que se puede recorrer bien con la JR Loop Line, la línea circular, y que como su nombre indica, es de JR por lo que se puede usar el JR Pass. Tiene paradas convenientes como Tennoji, Shinimamiya o Umeda. Aunque para una visita más exhaustiva, sería recomendable algún pase de metro para la que queda en el interior del área de la línea.

El centro de la ciudad está dividido en dos distritos:

  • Kita-ku en el norte, la zona de hoteles, restaurantes y centros comerciales;
  • y Nimabi en el sur, que es el corazón de la antigua ciudad mercantil y que podemos subdividir en varios barrios.
    • Por un lado Dotonbori, llena de karaokes, locales de pachinko, bares, restaurantes…
    • Por otro lado tenemos Amerikamura y Europe-dori, donde se pueden encontrar productos de importación estadounidenses o europeos respectivamente.
    • También podemos visitar el típico barrio tecnológico en Den Den Town donde se encuentra el – al parecer famoso – cartel de Glico. El neón de Glico Man se instaló en 1935 es la imagen de una empresa de dulces del mismo nombre. Muestra a un atleta en una pista de atletismo azul con el skyline de Osaka detrás.
    • o el histórico en Chuo-ku, donde se encuentra el castillo.

Nos quedó mucho por descubrir, como por ejemplo el Umeda Sky Building, un edificio de 173 metros y 40 plantas con un observatorio en la planta 39. Tampoco nos dio tiempo a ver la autopista que atraviesa los pisos 5, 6 y 7 de un edificio de Umeda. Se nos hizo de noche y ya no tenía sentido ir en su busca, pues además, teníamos que hacer las maletas. Y muy lejos nos quedaba la Bahía, donde hay un centro comercial, una noria, un acuario, una copia de la estatua de la Sirenita de Copenhague o los Universal Studios.

Eso sí, aunque hicimos un Osaka exprés fue productivo: descubrimos un atisbo del mundo «friki» de Japón, comimos un okonomiyaki, dimos un paseo, visitamos un templo y un castillo. No se puede decir que echáramos a perder el día. Pero sí recomiendo que si queréis visitar la ciudad más a fondo, le dediquéis al menos un par de días. Tiene parte cultural como templos y el castillo, pero también tiene parte de ocio y de nuevas construcciones como gran ciudad que es. De hecho, nada más salir de la estación nos encontramos con un estilo muy modernista. Incluso en la propia estación nos sorprendieron estas escaleras continuadas.

Impresionaba el cruce de caminos, la autopista, las señales, el bullicio comparado con Kioto.

Nosotros volvimos al hotel, donde hicimos las maletas y las mochilas. Nuestras maletas irían directas a Tokio, mientras que nosotros estaríamos un par de días por los Alpes. Y dado que íbamos a coger un bus de línea en algunas conexiones, ir con maleta no nos resultaba práctico para nada.

En Japón se puede contratar en casi cualquier sitio el servicio Ta-Q-Bin. Puedes realizar un envío como si fuera Seur, no tiene mucho misterio. Se encarga la empresa Yamato Transport, cuyo símbolo es un gato negro en un fondo amarillo. Pero nada de supersticiones, porque funcionan muy bien. Eficiencia japonesa.

En la habitación del hotel teníamos unos formularios que yo ya había visto en mi búsqueda de información previa al viaje.

Pero claro, si el concepto de realizar un envío por medio de una empresa de mensajería o transporte no tiene ningún misterio, lo de rellenar el papelito rosa, eso ya son palabras mayores. Bueno, qué digo, era tarea hercúlea. Pero cuando estás en un hotel, tienes a los recepcionistas para algo. Así que bajamos con las maletas, la reserva de hotel de Tokio, y los formularios. Y aunque el día del aire acondicionado no tuvimos mucha suerte para entendernos, este día no hubo problema. El chico nos rellenó los papeles con los datos del hotel de Kioto, con los del de Tokio según la reserva, rellené mis datos personales donde me pidió, guardó las maletas, y nos cobró la tarifa. Listo. A dormir.