Serie Terminada: Hijos de la Anarquía

Después de acabar Breaking Bad era complicada la tarea de elegir una nueva serie para ver. Tras la decepción había que seleccionar bien, y pusimos nuestras esperanzas en Hijos de la Anarquía. 

Seguimos en la línea de protagonistas con un modo de vida más que cuestionable, pero es una serie totalmente diferente, con una trama mucho más compleja y con muchos más personajes. ¡OJO spoilers!

Hijos de la Anarquía se centra en un club de moteros, SAMCRO (acrónimo de Sons of Anarchy Motorcycle Club, Redwood Original), que surgió en 1967 cuando siete soldados de Vietnam volvieron a casa. Con el paso del tiempo el club creció expandiéndose por Estados Unidos con diferentes filiales y se metieron en el tráfico de armas. Años después, John Thomas Teller, uno de los fundadores y Presidente del club, quiso cambiar el rumbo y volver a los inicios, a ser simplemente un club de moteros, pero su trágica muerte en 1993 llevó a Clay Morrow a la presidencia y se mantuvieron como grupo criminal organizado. Morrow no sólo lo sucede en el liderazgo, sino que también se casa con Gemma, la viuda de Teller y matriarca de todo el clan.

La serie arranca cuando Jackson Teller, hijo de John y vicepresidente del club, encuentra un manuscrito de su padre en el que explicaba los cambios de planes que tenía en mente. Es entonces cuando Jax se replantea su vida y reflexiona sobre seguir las ideas de su padre y sacar al club de esa espiral de violencia y guerra con otras bandas en la que se encuentran metidos.

La acción se centra en el pueblo ficticio de Charming donde el club regenta un Taller (el Teller-Morrow) como tapadera. Y mientras Jax lee el libro de su padre y asimila la información, en la primera temporada vamos conociendo a los diferentes personajes que van apareciendo – que son muchos -. Además del Presidente y Vicepresidente, están los veteranos Bobby, Chibs y Tig (mano derecha del presidente).

De los 7 fundadores queda Piney, con su botella de oxígeno. Era muy cercano a JT y es padre de Opie, el mejor amigo desde la infancia de Jax. Esta conexión es muy importante, ya que Piney apoyará a Teller en su intención de ir por el camino que no logró su padre. Además, Opie es quizás uno de los motivos por los que el vicepresidente quiere dejar las armas. Su amigo tuvo que pasar tiempo en la cárcel y ahora se debate entre ser un marido y padre de familia, o seguir dentro del club con toda la escala de grises que ello conlleva. Jax lo quiere dentro y le promete que el rumbo va a cambiar y que no volverá a tener conflictos maritales por negocios turbios. Y aunque a Opie le cuesta tomar la decisión y enfrentarse a su mujer, Donna, al final vuelve a las motos, que son parte de su vida.

Aparte de intentar encaminar al club, Jax también tiene sus propios problemas en su vida personal. Se encuentra con un niño que nace prematuramente porque su exmujer es una yonkie. Y la doctora que realizará el seguimiento de ese bebé, Abel, será nada menos que su amor de juventud, Tara, que se había marchado años antes. Y aquí tenemos otro punto clave: la relación entre las dos mujeres, el típico conflicto suegra-nuera llevado más allá. Gemma ya ha perdido a un marido y un hijo y no quiere que el que le queda abandone el club y se aleje de ella, que es lo que quería la doctora cuando abandonó Charming. Aunque todo sigue igual y parece que la relación entre Tara y Jax no va a llegar a ningún puerto porque les sigue separando la filosofía de vida, todo da un giro cuando el motero mata al acosador de la doctora Knowles. A partir de ahí se difuminan las líneas rojas que los separaban y ambos personajes se acercan más que nunca.

Y en el penúltimo episodio, cuando ya conocemos a los hijos y sus actividades, sus amigos y enemigos, comienza el punto de partida. Clay ordena a Tig que mate a Opie, pero un cambio de coches en el último momento provoca que acabe muriendo Donna. Este hecho abrirá aún más la brecha entre las diferentes secciones del club. Por un lado los que están a favor de Morrow, y por otro, los que esperan que Teller tome las riendas.

Así pues, la segunda temporada se centra en las diferencias entre Jax y Clay. Pero además de las tensiones internas, los problemas con la llegada de los supremacistas blancos y conflictos con el IRA; quien ejercerá más presión será Stahl, la agente de la ATF que busca cargarse tanto a los irlandeses como a los Hijos de la Anarquía. Esta temporada es desgarradora. La primera temporada es para presentarnos a los personajes, pero en esta ya entramos en acción dando un salto cualitativo.

Gemma es secuestrada, atada y violada repetidas veces por un grupo de neonazis. El objetivo final no era ella, la mujer no es considerada nunca tan importante. Ella es un medio para un fin. La intención de los supremacistas blancos es que Gemma se lo cuente a Clay y el club se levante en venganza, desatando así una guerra que se está cocinando a fuego lento. Sin embargo, la matriarca ve el mensaje que quieren mandar y se debate entre contarlo y que surja una gran batalla en la que todos pueden salir perdiendo; o callar y llevar la procesión por dentro. Y opta por esto último. Tan solo se apoyará en Unser, el sheriff, con quien mantiene una amistad desde niños, y en Tara, por aquello de que es médica. Este hecho hará que ambas mujeres inicien una nueva relación más próxima y dejen a un lado sus diferencias.

Sin embargo, finalmente el secreto que tanto se ha empeñado Gemma en guardar, sale a la luz cuando ve que el club se desintegra. Jax cada vez está más en contra del liderazgo de Clay y llega un acuerdo para cerrar un negocio y que después le dejen marchar. Y cuando su madre se entera, mueve ficha. Cuenta sui ataque para unir al club, para retener a su hijo. Con el ATF y Stahl controlando todos sus movimientos, la tensión con el IRA se hace más latente cuando uno de sus miembros secuestra a Abel.

Y así comenzamos la tercera temporada, la más floja de todas. Aunque los planos de Irlanda sean impresionantes y la música elegida muy acertada, incluso cambiando la cabecera; cojea un poco la acción y resulta demasiado lenta.

La primera parte de la temporada no avanza y te encuentras esperando el momento en que se marchen de una vez a Irlanda. Y cuando ya están allí, tampoco se aligera y cuentas los minutos que quedan para que vuelvan.

Quizá la mayor tensión está en la relación con Stahl detrás de Gemma e intentando que con ella caiga el club. Y posteriormente con el pacto con Jax que llevan a espaldas del resto de integrantes y que nos da a entender que se va a sacrificar para salvar a sus amigos y a su madre de la cárcel. Sin duda, la agente de la ATF ha sido uno de los grandes secundarios de la serie, aunque no me termine de convencer lo de la persecución del IRA en EEUU.

La relación de Jax y Tara se debilita porque él no quiere arrastrarla al estilo de vida del club, cree que ella hizo bien en huir años atrás y que ahora están cometiendo los errores que intentaron evitar la vez anterior. Ella descubre que está embarazada y planea practicarse un aborto, sin embargo, cuando va camino de la clínica es secuestrada.

Pero sobre todo, este tercer acto sirve de regresión al pasado de los padres de Jax. Por un lado al de Gemma cuando esta huye a casa de sus padres. Descubrimos que no tuvo una buena relación con su madre y que su padre, ahora con Alzheimer, era pastor (de iglesia). Por otro lado, en el viaje a tierras irlandesas vamos conociendo más retazos de la historia de JT, como por ejemplo que tuvo una hija con Maureen, una irlandesa del IRA.

Este acercamiento de Jax a su progenitor le hace plantearse si él será un buen padre para Abel o quizá este esté mejor con unos padres adoptivos y así evitar cometer los mismos errores. Las palabras de JT estarán siempre rondándole. Y por si el manuscrito no fuera suficiente para la conciencia de Jax, Maureen le mete unas cartas en la mochila antes de volver a EEUU en las que Teller se desahogaba con ella en el tiempo que duró su relación. Ya tenemos la semilla para la cuarta temporada.

Han pasado 14 meses desde el final de la anterior, Tara ya ha tenido al niño y varios miembros del club son excarcelados, Jax, entre ellos. El punto de inflexión de esta temporada es el uso de Juice, un personaje que me parece insulso, y que es chantajeado por el nuevo sheriff y el fiscal. Ambos le utilizarán para que les filtre información sobre el club con la carta de que si no le contarán al club que su padre era negro. Aquí comenzará el declive de este personaje y que provocará mucha desestabilidad en las próximas temporadas. Acabamos con el ciclo del IRA y entramos en una nueva etapa.

Comenzamos la temporada con Opie casándose, sin embargo, no todo será tan bonito como parece para el amigo del protagonista. Aquellas cartas que metió Mareen en la mochila de Jax las encontró Tara y descubrió las sospechas de JT de que Clay y Gemma estaban juntos y que planeaban su asesinato. Esta tuvo varias conversaciones con Piney, porque sabía que él estaba de parte de JT. Pero Clay y Gemma descubren la existencia de estas cartas y pensando que las tiene el padre de Opie, Morrow no duda en asesinarlo. Esta muerte es aún más trágica que la de Donna ya que hablamos de un miembro original de los hijos y además a manos de otro de una forma bastante brutal. Clay va desatado y no duda en darle una paliza a Gemma cuando ella le amenaza con contarle la verdad sobre la muerte de John Teller a Jax. Y va más allá, pues también encarga un ataque a Tara para quitársela también del camino. Cualquiera que conozca los secretos del pasado, pone en peligro los planes que tiene el presidente para la banda para asegurarse su futuro cuando se retire.

Terminaremos con Jax sentándose en la presidencia con una Tara herida en la mano por el intento de asesinato planeado por Clay y con su futuro como cirujana sobre la cuerda floja pero más fuerte que nunca. Parece que ya se encamina la historia, aquello que Jax estaba esperando ha llegado. Ya es presidente y es hora de que tome las riendas para reconducir el club y acabar con la violencia descontrolada que les rodea. El plano final a lo Caso Abierto sustituyendo a la pareja JT-Gemma por Jax-Tara es sublime.

Abrimos la quinta temporada con otro frente: el turbio empresario Damon Pope y otra cagada de Tig cuando se carga a quien no debe. El resultado es que Pope quemará viva a su hija. Empezando fuerte. Ojo por ojo. Y el caos sigue aumentando capítulo tras capítulo. Entran en la cárcel alguno de los integrantes del club y Opie decide sacrificarse por Jax, total, no tiene nada que perder. Desde que murió Donna fue dando tumbos y el asesinato de Piney lo dejó siendo un fantasma. Una escena totalmente desgarradora que romperá a Jax por dentro.

El nuevo presidente pierde todo norte y se vuelve salvaje y desatado. Lo mismo ocurre con la temporada. No parece que haya una planificación, sino que se inicia una sucesión de actos salvajes, de enfrentamientos, de violencia, de caos. Tampoco me parece acertado como gángster Harold Perrineau, no engancha como villano.

Flojea también la trama de Gemma. Con Clay medio fuera de combate y su tormentosa relación con Jax, la matriarca entra en un bucle fatídico. Va también dando tumbos al sentirse fuera de órbita, pues ya no es la persona que controlaba todo. No es nadie sin sus niños, sin su familia. En uno de sus encuentros casuales conoce a Nero Padilla, un criminal medio retirado, que se unirá a los hijos en sus negocios, aunque de momento rozando la legalidad.

Paralelamente, en la cárcel, Otto, miembro del club entre rejas desde hace años, negocia un trato con las autoridades para delatar a los Hijos de la Anarquía. No tiene nada que perder, ya que su mujer ha sido asesinada, y todo lo que él ha hecho por los moteros no lo ha recibido de vuelta. Así que Tara pide hacer horas de voluntariado en la cárcel para así tener contacto con él y convencerlo para que no hable. Sin embargo, todo se complica cuando Otto asesina a una enfermera delante de la doctora y esta es acusada de cómplice por haberle hecho llegar el crucifijo que resulta ser el arma del crimen. Pero Otto aún tenía un as bajo la manga y en el cierre de temporada se arranca la lengua de un bocado en un interrogatorio. Un personaje imprevisible y un tanto tarado interpretado por Sutter, creador de la serie.

Pero la temporada nos trae más sorpresas, como la vuelta de Wendy, la exmujer de Jax, ya recuperada de su adicción, que quiere conocer a su hijo y al enterarse del secuestro, amenaza con reportarlo para obtener la custodia. Un poco metido con calzador.

En la sexta temporada parece que Jax recupera su idea inicial y empieza a maniobrar para dejar el negocio de las armas y atar cabos intentando conectar a proveedores y clientes. Pero hay conflictos raciales que llevan a que el castillo de naipes se tambalee. Entre negros, latinos, chinos, el IRA… todos tienen sus condiciones y hay que hacer malabares para contentar a todo el mundo.

Además, el hecho de que un chaval entre en su colegio y se líe a tiros con una de las armas con las que trafican le dará más motivos para decidir dejar esa vida y centrarse en otros negocios más legales, como la pornografía y casas de citas.

La temporada es más lenta. Hay tanto caos que cada personaje tiene sus fantasmas y hay que hilar fino entre tensiones internas y externas, bandos y bandas.

Aparece un exMarshall hermano de la enfermera asesinada por Otto que se ve que está el hombre pelín trastornado, pero que sorprendentemente desaparece del mapa muy rápido. También llega nueva la fiscal Patterson, un hueso duro de roer que perseguirá al club y que investigará cómo llegó el arma al niño que mató a sus compañeros de colegio.

Por otro lado, Tara parece tener su propia agenda. Se ha cansado de esperar a que su marido zanje los asuntos con el club y mueve ficha. Decide divorciarse y llevarse a los niños lejos, algo complicado teniendo en cuenta cómo funciona el club y sobre todo su suegra. Así que, como la única forma de ganar a Gemma es con su propia medicina, urde un plan para inculparla de un aborto de un embarazo que nunca fue real y que así Jax la aleje de ellos (muy de culebrón todo). Parece que ha llegado a un trato con la fiscal para entrar en protección de testigos librándose de la acusación de cómplice de asesinato pero rebelando secretos del club. Todo apunta a que cuando Jax se entere, la va a matar, sin embargo, en un giro parece que él asume que los niños no están a salvo con su vida y que lo mejor es que se vayan con su madre.

En esta temporada por fin muere Clay, lo que hace que Juice se quede sin su protector y mentor y con la amenaza de Jax diciéndole que le ha traicionado. Sabe que tiene la cruz y que no va a tardar en caer.

Pero sin duda, la trágica muerte de la temporada es la de Tara a manos de su suegra. Brutal. Es golpeada, ahogada y rematada con un tenedor de trinchar la carne. Gemma pensaba que la doctora iba a delatar al club y se iba a marchar con sus nietos y decide intervenir sin saber que Jax y Tara habían llegado a un acuerdo. Aquí ya vemos hacia dónde va a ir la temporada final y que no solo Juice está marcado.

La séptima temporada es un baño de sangre como era de esperar tras el trágico final de la anterior. Jax solo pensará en la venganza y en ese momento entenderá lo que sentía Opie, primero cuando quería elegir entre el club y su familia, y después cuando solo le quedó el club tras el asesinato de su mujer.

Iniciará un ataque contra los chinos, quienes considera culpables de la muerte de Tara, ya que es lo que le dice Gemma, que se escuda en esa excusa con la ayuda de Juice para no ser descubierta. Y ya sí que sí entramos en una espiral de violencia sin igual. Los chinos iniciarán su venganza arrasándolo todo. Pero a la vez, hay un lío de alianzas que ya no se sabe quién es amigo o enemigo. Ni siquiera dentro del club y sus filiales, que ven cómo al presidente se le ha ido de las manos la venganza llegando incluso a matar al presidente de otra sección , algo que está penado con la muerte en las normas de los hijos.

Todo está tan desatado que el club sufre más bajas en sus filas. Y de las importantes. Bobby es secuestrado, torturado y asesinado en los brazos de Jax. También muere Juice después de cumplir con su cometido en la cárcel.

Y mientras, Gemma, cada vez más inestable, habla en voz alta con Tara, pidiéndole perdón, e incluso se lo cuenta a Thomas, tan pequeño que no entenderá el alcance de sus palabras pero que le servirán para desahogarse. Sin embargo, no cuenta con que Abel, algo más mayor, sí comprenderá que es su abuela quien mató a su madre y comenzará a actuar extraño llegando a culpar a Gemma de maltrato.

Y llegamos a los últimos capítulos, cuando por fin Abel cuenta lo que le oyó a su abuela y vemos un cambio de actitud en Jax. Este, que sabe que no le queda otra que morir por los errores que ha cometido, inicia el fin del ciclo de violencia cargándose a todos aquellos con los que tenía algo pendiente.

En el penúltimo capítulo acaba con Unser y con Gemma sin mucho más que decir. Yo esperaba algo de rabia, un diálogo en que madre e hijo se enfrentaran, pero ya está todo dicho, ambos conocen su destino.

El final es un capítulo lento en el que Jax deja cerrados acuerdos pacíficos con los mayas y asegura el futuro de sus hijos con Nero y Wendy (que se ve que para eso volvió), quema el manuscrito de su padre y sus diarios, se deshace de todo, habla con la fiscal, se carga al policía corrupto, al mafioso y a un cabecilla del IRA. Se despide de Opie y de Tara. Y finalmente, Jax acaba con su vida como se intuye que hizo su padre, además, sobre la moto de este. Un final redondo. Al final, todo por lo que luchó, no le sirvió para nada. En los meses que estuvo como presidente, nada le salió como planeó y solo hubo muertes a su alrededor. Quizá lo único que logre es que sus hijos queden fuera de todo ello. O no, porque Abel tiene el anillo de JT que le dio Gemma.

Supongo que este final significa que Kurt Sutter, el creador de la serie, tenía clara una planificación desde el comienzo. Una temporada para presentarnos personajes, la segunda y tercera con Jax intentando desvincularse, las tres siguientes con él como presidente y la final. Y en cada una de ellas una semilla que precipita el suicidio de Jax: la muerte de Donna, la de Piney, la de Opie, la de Tara, la de Bobby, el secuestro de Abel, las drogas, las armas… El resultado ha sido un viaje violento, sangriento, lleno de manipulaciones, mentiras, amor y odio. Hijos de la Anarquía es una tragedia clásica, según Sutter está basada en Hamlet, de hecho, acaba con una frase del dramaturgo inglés: Doubt thou the stars are fire; doubt that the sun doth move; doubt truth to be a liar; But never doubt i love (Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que te amo.).

Y como no podía ser menos, en una tragedia shakesperiana no podían faltar asesinatos y traiciones; madres posesivas y mujeres manipuladoras; amor y dolor; locura, poder, ambición y errores que marcan el destino de los personajes (Donna por cambiar el coche, Tara porque Gemma cree que está engañando a su hijo…). Al final, todo lleva a la muerte como única respuesta. Y por eso Jax no tenía otra salida que la redención.

El protagonista comienza como un joven iluso, con ideales, con ideas reformistas, sin embargo acaba siendo un violento criminal sin escrúpulos. Y se da cuenta, por eso le dice a Nero que le cuente la verdad a sus hijos llegado el momento, que no les endulce su figura, sino que les explique que era un mal hombre par que no cometan sus mismos errores. Ha de asumir las consecuencias que han tenido lugar como resultado de sus decisiones.

Para ser una serie sobre moteros metidos en asuntos criminales, las tramas delictivas son secundarias, ya que lo que va a ir dirigiendo los actos de los protagonistas son las historias más sutiles y personales que transcurren mientras tanto. Los protagonistas son despiadados, pero siempre se intenta mostrar una humanidad para hacerlos más cercanos y que haya una implicación emocional. Se encuentran ante situaciones complejas y dilemas morales. Es la forma de unir el mundo criminal con la familia que es el club, donde prevalece la lealtad y el amor hacia sus integrantes. La mayoría de los actos violentos que cometen a lo largo de las temporadas se debe a venganzas.

Y para conformar esa gran familia se necesita un gran reparto. Sin duda Hijos de la Anarquía destaca por la buena selección actoral, algo difícil en una serie tan coral. El elenco es tan amplio que hay personajes que cobran más o menos importancia según la temporada. Todos tienen espacio para lucirse. Hay momento para cada uno de ellos según la historia que haya que desarrollar, de forma que se nos permite conocer detalles de casi todos los personajes de la serie ya sean protagonistas, segundarios o recurrentes. Algo que llama la atención es cómo incorpora artistas invitados de renombre en papeles peculiares como Stephen King de limpiador, Marilyn Manson como supremacista blanco o Courtney Love como profesora de colegio. Supongo que la serie adquirió tanta importancia en su momento, que todo el mundo quería aparecer.

Pero si hay algo que caracteriza a Hijos de la Anarquía es su magnífica y variada banda sonora. Es algo que me ha encantado capítulo tras capítulo. En parte por venir de una serie con muchos silencios, pero sobre todo por la calidad de la música y los momentos en los que se recurre a ella para acompañar escenas sin diálogos (sobre todo en inicios y finales de episodios), planos abiertos como cuando van todos en grupo en moto, recopilación de historias, peleas, persecuciones…

Las piezas elegidas consiguen que las escenas se conviertan en épicas añadiendo sentimiento, dramatismo sobre todo como en el funeral de Opie y la canción The Lost Boy.

Hay canciones originales, pero también versiones. Y como curiosidad, Maggie Siff y Katey Sagal (Tara y Gemma respectivamente) también interpretan canciones a lo largo de la serie dando voz incluso a sus propias escenas.

Quizá si pensamos en moteros el primer estilo de música que se nos viene a la cabeza es el Rock, incluso el Country tratándose de una serie estadounidense en un pueblo sin ley de carreteras infinitas y paisajes áridos. Pero también casa muy bien el Blues, el Folk e incluso la música celta.

Por último cabe destacar el buen nivel de la fotografía con esos planos abiertos cuando hay carretera, con ese toque de Arizona, con cierta oscuridad.

Es una serie violenta, dramática, con negocios turbios y mucha sangre, pero también hay hermandad, lealtad y cierto toque de humor macabro que relaja la tensión y que hace que el espectador simpatice con los protagonistas. Pero a la vez, sabe que nada puede acabar bien, que en ese mundo no hay espacio para un final feliz. Ya se lo dice Jax a la Patterson: «los chicos malos pierden».

Por cierto, aunque la serie quedó bien cerrada (incluso con el detalle del anillo de Abel), se está preparando un spin-off: Mayans MC.

Según FX será “un drama familiar oscuro y visceral que dará una nueva visión a lo más icónico de América, ese 1% de proscritos, esta vez a través de la lente de los latinos”. No me esperen ahí. De momento quiero quedarme con el regusto de los Hijos de la Anarquía.