Después de la experiencia pasada por agua del día anterior en Copenhague, el día 3 llegábamos a Oslo.
Como veis, en el diario de a bordo (que os dejan la noche anterior para que tengáis previsión y podáis organizaros el día siguiente) ya nos explican lo que tenemos programado para ese día. Amanecía a las 5:06 de la mañana y el anochecer era casi a media noche. La llegada prevista era a las 13:30 y disponíamos hasta las 18:30 para ver la ciudad, ya que a las 19:00 saldríamos dirección a Stavanger.
Como ya os mencioné, realmente no sales a la hora en que atracas, ya que primero van los de las excursiones, pero conviene estar preparados. Nos levantamos a eso de las 9:30 para desayunar tranquilamente y después hacer el simulacro a las 10:30.
Realmente en 15 minutos ha terminado, con lo que te puedes subir a cubierta a ver atravesar el Oslofjord y acercarte poco a poco a Oslo y a echar millones de fotos, claro. No sabes dónde mirar, a mí me encantaba todo, quería capturar cada momento, el verde del paisaje, el agua, las montañas, las casas perdidas en medio de la nada… pero es imposible captar la sensación de paz, el olor, la tranquilidad que se respira en el ambiente…
Una vez que el barco está llegando a puerto y sale el barco guía a engancharlo y tirar de él hasta el atraque, aprovechamos para ir a comer. Una comida temprana para no pasar hambre hasta la vuelta, y para no perder tiempo teniendo que volver al barco a comer, o parar a comprar algo en ruta. Siempre puedes llevarte unos sánwiches o fruta del buffet. Y agua, que te dan botellas en la piscina o bares del barco.
Y allí nos plantamos, en Oslo, un domingo, con una temperatura de unos 15-20º, sol, se puede uno mover sin sudar… En el diario de a bordo nos recomiendan visitar el castillo y la fortaleza, el Museo Kon-Tiki, el Museo Nacional de Arte, el Museo de Embarcaciones Vikingas, el Museo Marítimo Noruego, el Parque Vigeland y el Museo del Esquí. No teníamos tiempo para todo, por las distancias, sobre todo, así que seleccionamos lo que nos interesaba (ya llevábamos una idea de casa) y nos pusimos en marcha.
La verdad es que el barco te deja más cerca que en Copenhague. Si miráis el mapa sobre estas líneas, se pueden ver varios barcos, el nuestro era el de la derecha del todo, atraca cerca del Kastelet y ves enfrente la Ópera y de lejos las torres del Ayuntamiento, así que te puedes situar fácilmente. De todas formas, según sales de las zonas de atraques y te vas acercando al Castillo, hay una oficina de turismo, justo al lado de esta estatua
Nosotros cogimos unos mapas y compramos la Tarjeta Oslo Pass
A nosotros nos costó 230 coronas (ahora cuesta 270), que vienen a ser como 30€ y lo puedes usar durante 24 horas. Hay más opciones, pero claro, sólo íbamos a estar unas horas. Cada vez que viajamos a una ciudad y nos vamos a mover bastante, miramos si existe algún pase de estos, porque entre el transporte y alguna entrada ya la has amortizado. Así lo hicimos en Berlín, Múnich o Lisboa.
Con el Oslo Pass puedes entrar a casi todos los museos, tienes el transporte gratis en todos los transportes públicos, descuentos en restaurantes y tiendas… Este tipo de pases lo tienes que validar la primera vez que lo uses, y después solamente enseñarlo.
Como disponíamos de apenas 4 horas, hubo que seleccionar, y nos decantamos por: ver el Castillo y Fortaleza, el centro, el Museo del Pueblo Noruego, el de los Barcos Vikingos y Parque Vigeland.
Una vez que copramos el Oslo Pass y salimos de la oficina de turismo, nos dirigimos hacia el Castillo y la Fortaleza y de ahí al Ayuntamiento. No entramos en ninguno de los dos, pues había que volver a pasar por allí, y como había muchas cosas que ver, lo dejamos para el final.
Justo enfrente del Ayuntamiento en el muelle Rådhusbrygge 3, cogimos un ferry, el 91, que nos llevó a la penínusla Bygdøy. En unos 15 minutos has llegado, no tarda nada. Tiene dos o tres paradas, nada más. La primera te deja cerca del Museo del Pueblo Noruego y del de los Barcos Vikingos. La siguiente parada es Fram y Kon-tiki. El recorrido es circular, así que a la vuelta puedes bajarte, si te da tiempo, y ver estos otros dos. Nosotros los omitimos.
El Museo Folkórico me encantó. Es un espacio al aire libre en el que han unido más de 150 construcciones vikingas. Están muy bien conservadas y muestran diferentes tipos, desde casitas a iglesias pasando por escuelas, casas de correos, granjas…
Lo puedes recorrer a tu gusto, entrando en las casitas, viendo el interior de cada una de ellas. Y además, hay gente caracterizada con los trajes noruegos para darle como más ambiente. Es muy curioso, a pesar de que lo vimos un poco a la carrera, pero merece la pena la visita. La Iglesia del año 1200 es una pasada
También tiene una zona con exposiciones de trajes típicos, trineos, cunas, cómo eran las casas por dentro, arte y cultura de los samis…
Después de un par de horas en el Museo Folklórico, nos dirigimos al Museo de los Barcos Vikingos. El recorrido a este es bastante más breve, creo que tiene como 3 salas. Cada una de ella con un barco vikingo.
Se muestran los 3 mejor conservados, hay uno que el pobre está ya que se cae, pero también merece la pena dedicarle una visita, con los dos museos te haces una idea de la vida perra que llevaban, entre las casas de madera austeras en medio de la nada, o la forma de construir los barcos, los conocimientos de navegación que poseían esos rudos vikingos… Como para no ser rudos, si es que tenían que serlo para llevar la vida que llevaban. Además de los barcos, también tiene expuestos hallazgos encontrados en tumbas, tejidos, objetos diversos de su cultura.
Una vez recorridos ambos museos, y con la hora bastante pegada, cogimos el ferry de vuelta y de ahí un tranvía al Parque Vigeland.
Aquí podéis ver un plano del transporte en Oslo. No recuerdo qué tranvía cogimos, pero no recuerdo que anduviéramos desde el ferry, así que debió ser el 12 que tiene la parada Vigelandsparken y pasa por el Ayuntamiento.
No tiene pérdida, en el tranvía te va avisando de las paradas y además se ve. Nada más entrar tenemos esta vista.
Y a medida que lo vamos recorriendo tenemos estatuas y más estatuas (y gente, que estaban de varios cruceros con las visitas guiadas).
Es un parque que recibe el nombre del escultor Gustav Vigeland y fue un encargo del ayuntamiento. Tiene 5 áreas:
La estatua más famosa es la del niño enfadado, seguro que os suena
Es muy curioso ver el conjunto de esculturas, pero como íbamos con tiempo, no te detienes mucho a ver cada una, recorres el parque, vas haciendo fotos a las que más te llaman la atención… Cada una es diferente, se basan en etapas, emociones y acontecimientos de la vida, ya sean discusiones, cariño, enfado, rabietas…
Y con la tontería nos dieron las 6 de la tarde, así que volvimos de nuevo en tranvía al ayuntamiento, buscamos una tiendecita donde comprar un troll (ojo que las tiendas cierran muy pronto, encontramos una que cerraba a las 6 y estaban recogiendo, menos mal que fuimos rápidos)
pasamos por la ópera
por el edificio Centro Alfred Nobel de la Paz
y volvimos al barco donde vimos el recorrido de salida por el Fiordo de Oslo para dirigirnos a Stavanger.
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