El domingo 28 decidimos continuar descubriendo la Ringstrasse. Así pues, partimos desde el Stadtpark, como el día anterior, sólo que esta vez nos dirigimos hacia la izquierda en lugar de a la derecha. En este parque se halla uno de los elementos más fotografiados de Viena, la estatua dorada de Johan Strauss.
También podemos encontrar la de Franz Schubert.
Tomando la calle Am Heumarkt llegamos a la plaza Schwarzenberg, donde encontramos la estatua ecuestre del Príncipe Carlos Felipe de Schwarzenberg, un diplomático y militar que fue comandante del cuerpo austríaco de la Armada de Napoleón durante la campaña contra Rusia en 1812. Un año más tarde, cuando Austria se había unido a la coalición contra Napoleón, Schwarzenberg fue nombrado Comandante en Jefe de las tropas aliadas del Gran Ejército de Bohemia. Comandó las tropas en la Batalla de Leipzig, que fue decisiva para la derrota de Napoleón en 1814.
Al fondo de la plaza, encontramos una fuente de agua a propulsión a chorro que se inauguró en 1873 y que conmemora el primer acueducto de Viena.
Y detrás, se levantó en 1945 el Monumento a los Soldados Soviéticos (o Monumento a los Héroes del Ejército Rojo). Un monumento que recuerda a los 17.000 soldados soviéticos que murieron en combate mientras luchaban contra los alemanes en la Batalla de Viena en abril y que puso fin a la ocupación nazi en Austria. Tras la guerra Viena quedó dividida en cuatro zonas de ocupación: americana, soviética, francesa e inglesa.
El monumento consta de una estatua de bronce de 12 metros de un soldado ruso sobre una columna que anima a sus tropas a entrar en acción. El soldado tiene la bandera soviética en una mano y un escudo de armas dorado en la otra. En la base de la estatua se puede leer una inscripción del poeta Sergei Michaelkow. Un elogio a los soldados que liberaron la ciudad.
Enmarcan la estatua un arco del triunfo y una columnata semicircular de mármol blanco con palabras doradas en la parte superior.
No obstante, no parece que este monumento tenga buena fama entre los lugareños, ya que les recuerda la dureza de la ocupación soviética. Los soviéticos lo llamaban liberación de los nazis, pero mucha gente lo consideró la sustitución de una ocupación por otra.
Continuamos el recorrido dejándonos llevar por la cúpula y de la Karlskirche, dedicada a San Carlos Borromeo. Fue construida por petición de Carlos VI, que prometió en 1713 durante la epidemia de peste que cuando la ciudad quedara liberada de la enfermedad le dedicaría un templo al patrón de la lucha contra la misma.
La bordeamos y su fachada es impresionante. Incluso en obras como nos la encontramos.
Destacan las dos columnas inspiradas en la Columna de Trajano de Roma. En ellas podemos observar una decoración en espiral que representa escenas de la vida de San Carlos Borromeo.
Cerca podemos encontrar el Musikverein, el edificio en el que tiene lugar cada año el Concierto de Año Nuevo.
De pronto nos encontramos con el Edificio Secesión, una sala de exposiciones de estilo Jugendstil que presentaba obras de Klimt o Wagner. Es un cubo compacto casi sin ventanas con cuatro torres y una esfera dorada de filigranas. Es el espacio expositivo más antiguo de la ciudad dedicado al arte contemporáneo.
Y si nos adentramos hacia el interior de la ciudad llegamos hasta la famosa Ópera de Viena. Es el edificio icono de la ciudad. Qué sería de Viena sin el vals, sin la música clásica, sin Mozart, sin Schubert, sin Strauss, sin el concierto de Año Nuevo.
En realidad el edificio que podemos ver hoy en día es una reconstrucción del original. Aún así, se mantienen la fachada principal, la gran escalera y el vestíbulo y el resto se remodeló siguiendo el diseño inicial renacentista. Un diseño que no triunfó mucho en su época. El arquitecto se suicidó desolado por las críticas. Se contrató a un nuevo arquitecto que murió de un infarto, al parecer provocado por el estrés de la presión mediática.
Fue el primer edificio del proyecto de la Ringstrasse que se finalizó. Se inauguró en 1869 con la presentación de una obra de Mozart. Quedó dañado en 1945 por el impacto de una bomba. Es tal la importancia de la Ópera en la ciudad, que se consideró como una agresión simbólica a la ciudad. Se tardaron diez años en poder repararla y volver a abrirla.
Para visitarla hay que contratar una guía en grupo reservando previamente. O comprar una entrada para asistir a una representación.
Cerca se encuentra el reconocido Hotel Sacher, que da nombre a la famosa tarta de chocolate con mermelada de albaricoque de mismo nombre. Obviamente no entramos a degustarla, no nos daba el bolsillo para sus precios desorbitados, así pues, seguimos el anillo adentrándonos en el Burggarten, un jardín que los Habsburgo decidieron levantar entre 1819 y 1823 donde antiguamente se encontraba parte de la antigua muralla de la ciudad. Está diseñado siguiendo un estilo inglés con estanque, valle y altolozano. En su origen fue privado, pero finalmente en 1918 fue abierto al público.
En él se encuentra un momunento a Mozart con su estatua y una zona ajardinada con flores y plantas que forman una clave musical. También podemos encontrar las estatuas de Francisco I al lado del estanque central y la de Francisco José II cerca de la Goethegasse.
Y Goethe también está delante de una de las entradas al Burggarten.
Al noroeste del jardín se halla la Casa de las Palmeras, un invernadero de 280 m2 que data de 1905 y tiene un diseño de estilo Art Nouveau.
En el interior hay un restaurante y la Casa de las Mariposas.
Es una buena zona de recreo, podías encontrar a gente disfrutando del domingo en el césped, haciendo un picnic, leyendo, e, incluso, haciendo yoga. Además, se encuentra en una zona en la que podrías pasear durante horas, ya que se encuentra detrás del Hofburg, entre el Neue Burg, la Biblioteca y el Museo Albertina.
La Biblioteca Nacional de Austria se encuentra en el Hofburg, concebida como ala anexa del palacio, y contiene valiosos fondos (como la Biblia de Gutenberg, incunables, manuscritos, partituras, documentos islámicos del siglo XIII y hasta un Museo del Papiro), puesto que es heredera de la antigua Biblioteca Imperial de los Habsburgo. Pero por fuera también es digna de apreciar, de estilo barroco, fue construida a mediados del siglo XVIII según el encargo del Emperador Carlos VI.
La fachada de la biblioteca da a la Plaza de los Héroes, una plaza con mucha historia, como el anuncio de Hitler de la anexión de Austria al III Reich, hecho que la ha llenado de connotación negativa a la hora de poder ser elegida en eventos y ocasiones importantes de la ciudad.
La plaza fue construida durante el reinado del Emperador Francisco José. Y es impresionante con tantos edificios importantes a su alrededor. En un giro de 360º nos encontraríamos con el Hofburg, el Neue Hofburg, la Ringstrasse con el Parlamento y Ayuntamiento, y el Burgteather.
Además, en ella se erigen dos estatuas ecuestres. Una del Príncipe Eugenio de Saboya y otra del Archiduque Carlos de Austria que parece estar guiando a las tropas.
Se accede a la plaza por la Burgtor, o Puerta del Palacio, construida en 1824 para conmemorar la victoria sobre Napoleón en 1813.
Más tarde se convirtió en el monumento al Soldado Desconocido.
Desde la plaza atisbamos a lo lejos el Ayuntamiento, al que nos dirigiríamos después. Es una zona en la que se conservan una gran variedad de monumentos y edificios interesantes.
Cerca de la plaza encontramos otro punto de referencia de la ciudad: la Plaza María Teresa o plaza de los museos, ya que está flanqueada a la izquierda (según hemos entrado desde la Plaza de los Héroes) por el Museo de Historia del Arte de Viena y a la derecha por el de Historia Natural, ambos de finales del siglo XIX de estilo neo-renacentista. Ambos edificios son simétricos.
En el centro, un gran monumento dedicado a María Teresa, la emperatriz del reino entre 1740 y 1780. María Teresa tiene en su mano la Pragmática Sanción, por la que su padre Carlos VI declaró la indivisibilidad de las regiones de Austria. En la plaza también están los Establos de la Corte, del siglo XVIII, y que hoy en día sirven como escenario para el Palacio de Ferias y Exposiciones.
Volviendo a la Ringstrasse, llegamos al Parlamento, justo enfrente del Volksgarten, un jardín en contraoposición al Burggarten. En su origen el Burggarten se llamaba Kaisergarten, el Jardín del Emperador. Este es el Jardín del Pueblo. Es una superficie de 9 hectáreas que constituye una de las áreas recreativas públicas más antiguas de Viena. Fue diseñado en 1819 sobre las murallas y ampliado cuando se inauguró la Ringstrasse. Se basa en un estilo formal francés con anchas y largas sendas. En el extremo norte del parque destaca el monumento a la Emperatriz Sissí que se colocó tras el asesinato de ésta en 1898. Paseando por él encontramos restos de decoración de Eurovisión.
Si seguimos el camino, llegamos al Parlamento, que alberga la Asamblea Federal de Austria.
Consta de dos cámaras: el Nationalrat (Consejo Nacional) y el Bundesrat (Consejo Federal). Es de mármol blanco, con una fachada neoclásica y columnas helenísticas. Se construyó como parte del proyecto de renovación de la Ringstrasse y con un estilo historicista, con intención de que recordara a la Antigua Grecia como cuna de la democracia.
En su entrada una Palas Atenea de 4,5 metros recibe a los visitantes. El frontón del edificio está decorado con escenas en relieve del Imperio Austrohúngaro. El techo del edificio está decorado con cuatro cuádrigas de bronce.
Comenzó su construcción en 1874 y finalizó diez años después. Fue bombardeado durante la II Guerra Mundial, pero se han realizado trabajos de restauración para recuperarlo.
En el interior destacan la Cámara de la Asamblea Federal y el Salón de los Pilares. La primera está diseñada al estilo de un anfiteatro griego. Consta de 516 asientos y al fondo unas columnas de mármol cargan el frontón. El salón está formado por 24 pilares de 16 toneladas cada uno. Se puede visitar con guía en alemán e inglés.
Próximo al Parlamento encontramos el Monumento a la República, que consta de tres bustos de los mandatarios social-democráticos Jakob Reumann (Alcalde de Viena de 1919 a 1923), Viktor Adler (co-fundador de la Primera República, Ministerio de Asuntos Exteriores en 1918) y Ferdinand Hanusch (Ministro de Asuntos Sociales de 1918 a 1920).
Nuestra siguiente parada fue el Ayuntamiento, la sede de la alcaldía y el centro de conferencias del senado de la ciudad/gobierno federal y consejo municipal/parlamento federal.
Es un edificio de estilo neogótico que se inspiró en el de la Grand Place de Bruselas. Fue construido entre 1872 y 1883 para sustituir al antiguo y se necesitaron unos 30 millones de ladrillos y más de 40.000 metros cúbicos de piedra natural. La fachada principal tiene cinco torres, en la central de 97,9 metros se encuentra una escultura dorada de 3,4 metros de altura que representa a un portaestandarte que se ha convertido en un símbolo de la ciudad. En todo su perímetro se abren arquerías con estatuas de personalidades históricas del país.
Su patio es uno de los patios interiores más grandes de Europa con 2.804 m². El interior del edificio alberga la Biblioteca Municipal y los Archivos Municipales y Provinciales.
Frente al Ayuntamiento encontramos otro parque, el Rathauspark, que se aprovecha para diversos eventos, por ejemplo, a partir de noviembre alberga el típico mercado navideño y la plaza se convierte en una pista de hielo entre enero y marzo.
Más allá del parque tenemos el Teatro Nacional, uno de los escenarios más prestigiosos del mundo de habla germana. El teatro original, que se construyó durante el reinado de María Teresa, se sustituyó en 1888 por el actual de estilo renacentista. En 1945 le cayó una bomba y destrozó el edificio casi por completo, sólo se salvaron las alas laterales y las grandes escalinatas.
El Ayuntamiento estaba en obras, al igual que su plaza. Debe ser que el verano es la época preferida para los trabajos de mantenimiento de edificios y monumentos.
Desde el Ayuntamiento divisamos las torres de la Iglesia Votiva, así que nos dirigimos hacia ella pasando por la Universidad. Esta zona tiene unos precios de aparcamiento de zona azul de 17€ la hora. ¡17€ la hora!
La Iglesia Votiva es una de las construcciones sacras neogóticas más importantes del mundo. Destacan sus dos torres gemelas de 99 metros que recuerdan a la Catedral de Colonia. Y cómo no, una gran lona cubría su fachada, pues estaba también en obras.
Una pena porque es impresionante, sus amplias vidrieras dejan pasar la luz iluminando su interior siguiendo el estilo de los templos franceses. En el interior se guardan varias reliquias. Por un lado el sarcófago del comandante al mando de las tropas austriacas en la época del asedio turco de 1529. Y además, destaca el altar de la Virgen de Guadalupe, en conmemoración del Emperador de México (hermano de Francisco José), donde resalta la Vela Bárbara de cuatro metros de altura, tres de ancho y 264 kilos.
Su historia me recuerda a la de la Sangre Derramada de San Petersburgo. En 1853 Francisco José sufrió un intento de asesinato. Tras este suceso, se abrió una colecta para construir un templo en el lugar del ataque. Fue inaugurada en 1879 con motivo de las bodas de plata de la pareja real. Fue gravemente dañada en ambas guerras mundiales y tuvo que ser restaurada.
Con ella cerramos el anillo y volvimos al centro de la ciudad pasando por Schottenstift y llegando a Minoritenkirche, una iglesia de estilo gótico francés de las más antiguas de la ciudad. Fue construida en 1224 por frailes Menores. Su nombre completo es Iglesia Nacional Italiana de María de las Nieves, puesto que José II se la dio a los italianos en 1782. Pertenece a una orden franciscana.
Consta de una torre octogonal cuya parte superior fue reducida por los turcos en 1529. Se le añadieron elementos barrocos, pero en 1784 se eliminaron, volviendo a la iglesia gótica original de líneas sencillas. Contrasta bastante con el Ayuntamiento y la Iglesia Votiva, de un estilo mucho más recargado.
En su interior destaca una copia mosaico de la Última Cena de da Vinci que encargó Napoleón en 1806 con intención de colgarlo en el Belvedere. Sin embargo, no cabía en el palacio y Francisco I lo compró y lo llevó a la iglesia.
Siguiendo la Herrengasse llegamos al Hofburg, entrando esta vez a su patio interior, donde podemos encontrar una estatua de Francisco I.
Tomando Kohlmarkt nos adentramos en la zona de entramado de calles medievales que lindan con estructuras barrocas y casas burguesas. Llegamos hasta la Iglesia de San Pedro, inspirada en la Basílica de San Pedro de Roma. En su lugar se levantó en su día la primera cristiana de la ciudad en la época medieval. Sin embargo, un par de incendios la dejaron arrasada. El edificio actual data del siglo XVIII y es de estilo barroco.
La iglesia presenta una planta ovalada coronada por una cúpula en la que destacan los frescos que representan la Asunción de la Virgen. Su interior está excesivamente recargado, lleno de pilares de mármol, esculturas doradas, estatuas…
Próxima a la Iglesia de San Pedro se encuentra la calle Graben, una de las principales de Viena. En época de los romanos era una zanja para proteger la antigua ciudad. A lo largo de los siglos se ha ido cargando de historia. Es una calle comercial, un poco al estilo de Preciados en Madrid, pero intercalándose con los comercios de marcas exclusivas podemos encontrar edificios y monumentos históricos. Esta zona se reformó en los siglos XVII y XVIII para demostrar el poder de los Habsburgo.
En la Plaza se levantan dos fuentes idénticas: la de San José, en el estado noroeste, y la de San Leopoldo, en el sureste.
En el centro, la Columna de la Peste (Pestsäule). En una epidemia de peste el Emperador Leopoldo prometió que donaría un monumento cuando no quedaran restos de la plaga. La misma historia que la de la Iglesia San Carlos Borromeo.
En su parte alta se pueden ver representaciones de figuras y muchas cabezas de ángeles. En su parte baja uno de los ángeles empuja a una señora vieja, que simboliza la peste. Por otro lado, una mujer joven con una cruz representa la fe. En el centro se ve al Emperador Leopoldo rezando, y a su lado, un ángel sosteniendo la corona dorada.
Como edificios destacables podemos nombrar el Palais Equitable o en el número 10 la famosa Ankerhaus, el estudio de Otto Wagner.
Nuestra siguiente parada fue la Catedral de San Esteban, la Stephansdom, una joya del gótico austriaco que tuvo que ser reconstruida tras los bombardeos de la II Guerra Mundial. Recibe el nombre de San Esteban porque fue levantada sobre las ruinas de una iglesia romántica dedicada a dicho santo.
Es Patrimonio de la Humanidad desde 2002 y es la sede principal de la archidiócesis de Viena. Es su símbolo religioso más importante y está coronada por una gran torre con forma de aguja de 137 metros de altura que puede verse desde diferentes puntos de la ciudad.
En el exterior destaca el Tejado de los Azulejos, formado por más de 25.000 azulejos que quedaron dañados en la guerra y tuvieron que ser restaurados; las dos torres campanario y los pórticos de entrada al templo: el de los Cantores, el de las Torres, el del Obispo y el Gigante.
La torre sur se conoce como la Torre del Águila, por la esfera de bronce coronada por el águila bicéfala emblema de los Habsburgo. La torre mide 137 metros y es el símbolo de la catedral y de la ciudad. También recibe el nombre de Steffl o aguja. Podemos asomarnos a su mirador a 72 metros de altura.
La torre norte, más baja alberga la Campana Pummerin, que se hizo fundiendo los cañones que dejaron las tropas turcas en 1683. Quedó destrozada en 1945 por un incendio, pero se volvieron a fundir los restos para crear la actual.
El interior consta de tres naves y numerosos altares. Recoge una gran variedad de objetos y obras de arte donadas por diferentes ciudadanos. En su interior se encuentran los restos mortales de gran parte de los miembros de la familia Habsburgo. Me llamó la atención que en varios pilares había pantallas planas de televisión. Supongo que para que los feligreses puedan seguir las misas se encuentren donde se encuentren en la nave. Las bóvedas guardan obras de arte de gran importancia de diferentes etapas.
En la catedral se casó y se ofició el funeral de Mozart.
Y ya que estábamos en el centro, decidimos hacer una parada para comer y reponer fuerzas. Pero eso, para el próximo día, que estoy extendiéndome mucho.
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