Nuestro último día en París y aún nos quedaba mucho por ver. Sin embargo, no contábamos con muchas horas. Los escoceses tenían el vuelo después de comer y nosotros a media tarde, por lo que apenas contábamos con la mañana.
Desayunamos, cerramos el equipaje, recogimos el apartamento y marchamos rumbo a Gare du Nord a dejar nuestras maletas y mochilas en las taquillas. Desde allí tomamos el metro hasta Saint Germain des Pres, nuestro punto de partida. Tras la II Guerra Mundial este barrio fue lugar de residencia de intelectuales como Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir o François Truffaut. Se convirtió en centro cultural, pues era donde se reunían pensadores, músicos, escritores, actores y artistas en general. Hoy ha perdido algo de ese prestigio, sin embargo sus cafés siguen siendo lugar de reunión de periodistas, actores o políticos.
Nuestra primera parada fue la Iglesia Saint Germain des Pres, que le da nombre al barrio. Fue fundada como Basílica en el siglo VI para albergar reliquias y tumbas de reyes. Después se construyó un monasterio benedictino al que se le puso el nombre de Germain en honor a un monje.
La abadía se extendió tanto y adquirió tanta importancia que acabó dándole nombre al barrio. Fue un relevante centro intelectual hasta que en la Revolución fue disuelta, también se destruyeron las tumbas reales de su necrópolis.
Hoy en día quedan en pie la iglesia y el Palacio del Abad. En el interior de la capilla descansan desde 1819 los restos de René Descartes.
No muy lejos queda la Iglesia de Saint Sulpice.
Es la segunda iglesia más grande de París después de Notre Dame. Fue construida en el siglo XVII, aunque sus cimientos pertenecen a un antiguo templo románico. En 1645 se encargó una ampliación para albergar a más feligreses, ya que la población estaba creciendo, sin embargo, tardaron 130 años en terminarla.
Su fachada es de estilo italiano, con dos hileras de columnas. Cuenta con dos torres, que son diferentes, ya que fueron diseñadas por dos arquitectos distintos. Una mide 68 metros y la otra 73.
Además, esta iglesia alberga en su interior el gnomon, un sistema astronómico instalado en 1743 por los científicos del Observatorio de París para determinar los equinoccios. Este aparato llamó la atención de Dan Brown, quien la hizo escenario de El Código Da Vinci.
Es Monumento Histórico desde 1915 y en ella se guardan dos importantes obras de Delacroix: Jacob luchando contra el ángel y Heliodoro expulsado del templo. Me llamó la atención que hubiera sillas, como en los templos ortodoxos, y no bancos, como suele ser habitual en las iglesias católicas.
Sobre la puerta de acceso encontramos un impresionante órgano de tubos que data de 1862 y que aún funciona hoy en día.
La iglesia se encuentra en la plaza de Saint Sulpice, en cuyo centro se alza “La Fuente de los Cuatro Puntos Cardinales” de Visconti. En ella se representan los cuatro obispos predicadores de la época de Luis XIV: Bossuet, Flechier, Massillon y Fenelon. Cada uno de ellos señala un punto cardinal.
Tomando la Rue Garancière llegamos a los Jardines de Luxemburgo.
María de Médici, la reina regente de Francia, cansada del Louvre, mandó construir un palacio de estilo italiano que le recordara a su Florencia Natal, el Palacio de Luxemburgo. Con el paso del tiempo el jardín se le quedó pequeño y fue adquiriendo terrenos adyacentes para anexionarlos y ampliarlo. María no lo vio completado, pues para cuando se terminó el palacio ella ya había sido desterrada.
Sus siguientes dueños realizaron algunos cambios, pero no los cuidaron de igual modo y llegaron a estar abandonados. Con la Revolución Francesa el Palacio fue transformado en prisión. Más tarde, durante la II Guerra Mundial los nazis lo usaron como cuartel, llegando a construir incluso un búnker en el jardín.
La superficie de 25 hectáreas pertenece al Senado, que tiene su sede en el Palacio, aunque los jardines están abiertos al público y hoy se han convertido en un lugar de esparcimiento para parisinos y visitantes. La disposición de los jardines se articula en torno al palacio y su centro es el lago octogonal. Los jardines son muy completos y en ellos se pueden realizar diferentes actividades. Cuentan con zonas para pasear entre estatuas y esculturas; con otras habilitadas para jugar al tenis, a la petanca u otros deportes; con espacios de juegos para niños, teatros de marionetas y un tiovivo; con huertos, restaurantes y hasta una escuela de apicultura… Además hay espectáculos y se puede contratar un paseo a caballo.
Pero también podemos encontrar en los Jardines de Luxemburgo un buen lugar donde descansar lejos del bullicioso transitar de la ciudad. En el recinto abundan las sillas verdes de metal, al igual que en el de las Tullerías. Había mucha gente sentada leyendo o jugando al ajedrez.
Y si se va con niños, se puede alquilar un barquito y jugar a manejarlo con una vara. Me resultó muy curioso este entretenimiento, no lo había visto en mi vida, pero parecía causar sensación entre los pequeños parisinos.
Abandonamos los jardines y nos dirigimos al Panteón.
Fue construido entre 1764 y 1790. Ordenado por Luis XV como agradecimiento por recuperarse de una grave enfermedad, fue dirigido por Jacques-Germain Soufflot al inicio y, tras su muerte, por Jean Baptiste Rondelet. Es uno de los primeros monumentos de estilo neoclásico que se erigió en Francia. En origen iba a ser una iglesia dedicada a Santa Genoveva, patrona de la ciudad, sin embargo, los problemas económicos y la muerte del arquitecto provocaron que no se finalizara hasta la Revolución Francesa, y en aquel momento primaba más el sentimiento patriótico que el religioso, por lo que se decidió que se convirtiera en templo para albergar los cuerpos de los ilustres de la patria. En 1793 se grabó la inscripción Aux grand hommes, la patrie reconnaissante (A los grandes hombres, la patria agradecida) en el frontispicio. El Panteón es Monumento Histórico desde 1920.
El diseño del Panteón está basado en el de Agrippa en Roma y pretendía combinar la sencillez de la arquitectura gótica con la majestuosidad de la griega. Tiene una planta con cuatro naves en forma de cruz griega. En el centro se alza la cúpula inspirada en la londinense Saint Paul. Durante años fue el lugar más alto desde donde divisar la ciudad, después perdió ese reconocimiento al construirse la Torre Eiffel.
Durante el siglo XIX sirvió fue alternando su fin, siendo usado tanto religioso como patriótico, dependiendo del régimen político. A partir de 1806 fue lugar de culto, y tras la caída de Napoleón se eliminó la inscripción del frontispicio quedando únicamente como iglesia. Sin embargo, en 1830 volvió a ser un panteón, conocido como el Templo de la Gloria (que se renombró como Templo de la Humanidad en 1848). En el Segundo Imperio vuelve a ser un templo religioso y, finalmente, en la Tercera República fue cuando se convirtió en mausoleo y comenzó a albergar los cuerpos de personalidades ilustres. En él descansan los féretros de Rousseau, Voltaire, Jean Jaurès, Marie Cure, Louis Braille, Victor Hugo, Alejandro Dumas, entre otros.
En 1851 Foucalt, aprovechando la altura del edificio, instaló un péndulo para probar la rotación de la tierra. Lo que se puede ver ahora es una réplica que se instaló en 1995.
Alrededor de la Plaza del Panteón se encuentra la Biblioteca de Santa Genoveva, la Facultad de Derecho de la Universidad de la Sorbona y el Ayuntamiento, estos dos últimos prácticamente iguales.
La Universidad de la Sorbona es una de las universidades más antiguas y prestigiosas del mundo. Fue fundada en el siglo XIII por Robert de Sorbon, que pretendía que los jóvenes pobres pudieran acceder a los estudios de teología. Se localiza en el mismo lugar en que se fundó, aunque se ha ido expandiendo con nuevos edificios por el barrio, e incluso en otros puntos de la ciudad. Desde 1970 está dividida en 13 facultades en las que se puede estudiar Ciencias Sociales, Humanidades, Artes, Historia, Economía, Derecho, Geografía o Filosofía. Las aulas que todavía se utilizan fueron reconstruidas entre los años 1885 y 1901.
Fue testigo del famoso Mayo Francés, cuando grupos estudiantiles de izquierda protestaron y la ocuparon.
Bordeando el Panteón, llegamos a la Iglesia Saint-Etienne-du-Mont.
Fue erigida en el siglo VI como una capilla a partir de la cripta de la abadía de Santa Genoveva. Sin embargo, lo que vemos hoy en día data de finales de siglo XV.
En esta iglesia catalogada como monumento histórico se guardan los restos de la patrona de la ciudad. Y también a ambos lados del presbiterio se encuentran las tumbas de Blaise Pascal y Jean Racine.
Continuamos en el barrio hasta llegar a la Gran Mezquita de París, construida en 1926 en estilo hispanoárabe.
Es la mayor de Francia con una extensión de una hectárea de superficie. Tiene una sala de oraciones, una escuela, biblioteca, sala de conferencias, restaurante, salón de té, un baño turco y establecimientos comerciales donde venden productos tradicionales árabes.
Cuenta con un minarete de 33 de metros inspirado en el de la mezquita Zitouna de Túnez. El resto de la mezquita copia el estilo de la de El-Qaraouiyyîn de Fès, en Marruecos.
Volvimos hacia el corazón del barrio por la Rue Mouffetard, una de las calles con más vida, plagada de restaurantes y cafés. Al parecer es una de las calles más económicas, así que decidimos buscar un lugar donde comer antes de despedirnos de los escoceses.
No podíamos irnos de París sin probar las crêpes, así que acabamos en La Petite Bretonne, un restaurante en el que por 12-13€ tienes un menú con una crêpe salada y otra dulce. Eran inmensas y estaban muy ricas.
Yo apenas llegué a la dulce de lo llena que acabé con la salada.
Y hasta aquí nuestra ruta matutina.
Debe estar conectado para enviar un comentario.