Y llegó el día 1, teníamos el vuelo a las 3 de la tarde, con lo que nos fuimos con calma en transporte público al aeropuerto cargados con nuestras mochilas deseando que llegara cuanto antes el momento de pisar tierras neerlandesas.
Ya habíamos elegido asientos el día anterior, por lo que llegamos, nos pusimos a la cola y a esperar con calma a facturar la mochila de 50l. A punto estuve de desesperarme con los que teníamos detrás, que estaban nerviosos porque no abrían un mostrador más o porque nuestra fila no avanzaba. Preocupación absurda, ya que nuestro mostrador era únicamente para gente que ya había hecho el check-in, luego había otros 5 ó 6 para el resto. Con lo que no entiendo de qué se estresaban, pues ya llevas asiento… pero bueno, hay gente para todo.
En fin, a eso de las 5 y media, puntuales, llegamos a Shiphol, pero nos retrasó el que nuestra mochila no llegara. Odio esos momentos en los que estás ante la cinta, ves salir mochilas, bolsos, maletas, pero ninguna es la tuya… la gente empieza a marcharse y ves que quedáis 3 y todos sin maleta… Tras 5 minutos en los que la cinta giraba sola con unas maletas abandonadas desde el vuelo anterior, decidí ir a la búsqueda del mostrador de reclamaciones cuando justo en ese momento apareció, y respiré tranquila.
Ya cargados y preparados, nos dirigimos a La Haya (Den Haag) donde teníamos el hotel. Aquí aún no tenía valided nuestro interrail, no empezaba hasta el día 2, así que tuvimos que comprar los billetes. Justo al lado de las cintas había una máquina, pero no acepta billetes ni tarjetas extranjeras, por lo que tuvimos que ir la terminal y comprarlos en taquilla (con su correspondiente recargo de 0.50€ por billete emitido) 8.30€ por cabeza, barato no es, desde luego.
Y cogimos nuestro primer tren del viaje. Descubriríamos cómo son los IC en los Países Bajos: limpios, tranquilos, con baño, con asientos cómodos y con Wifi, algo que nos resultó de gran utilidad durante todo el viaje.
Una vez en La Haya lo primero que hicimos fue buscar el hotel para dejar las mochilas, y con intención de salir a pasear la ciudad, acercarnos a Madurodam y cenar antes de volver a descansar. El alojamiento elegido para esta parada fue el easyhotel The Hague City Centre, un hotel que funciona como los vuelos de easyjet: tienes lo básico, si quieres algo más, lo pagas. Es decir, tienes la cama, un baño y ya. Si quieres tele, has de pagar unos 5€ por día, lo mismo si quieres que durante tu estancia te cambien las sábanas o toallas. Paradógicamente, el Wifi es gratis. Nosotros sólo íbamos una noche, y con tener cama y baño nos servía. Y la verdad es que fue una gran elección. Eso sí, al llegar casi a las 7, no tenían una habitación con una cama doble como pedimos y nos tuvieron que dar una con dos camas, y a cambio nos dieron tele gratis, que total, entre que no íbamos a pasar tiempo, y el idioma… es como si no la tuvieras. En fin, en cualquier caso, el hotel cumplió su cometido.
La mampara traslúcida que veis en la imagen es el baño, que consta de una ducha, un mini lavabo y una taza. Eso sí, todo muy limpio.
Ya libres de mochilas, cámara en mano, nos fuimos dando un paseo en dirección a Madurodam, que está a las afueras, y es un recinto que tiene una ciudad en miniatura donde se pueden ver la mayoría de los monumentos más importantes de los Países Bajos, eso sí, a escala 1:25. Tenía anotado que cerraba a las 11 de la noche en verano, pero llegamos a las 9 menos cuarto y ya estaban echando a la gente, así que nos quedamos con las ganas de verlo. Eso sí, el paseo mereció la pena, porque al estar en las afueras pasas por un bosque o parque bastante frondoso.
Una vez en el centro, paseamos por las calles sin rumbo fijo, descubriendo plazas plagadas de paisanos en las terrazas de los restaurantes ya cenando, o tomándose algo aprovechando los 30º. Era jueves, y se notaba el ambiente.
La Haya es una ciudad muy pintoresca, tiene muchas embajadas, es la sede del Gobierno, pero también tiene parques, monumentos, museos, placitas… y es que ir a cualquier ciudad neerlandesa y no pasar por su Grote Markt no tiene sentido, es como su Plaza Mayor, el lugar donde montan el mercado de los quesos, del pescado, de flores… y casi siempre, como no, tiene entre sus edificios una Grote Kerk, la iglesia más importante, vaya.
Es una ciudad de buen tamaño, no es un pueblecito, pero lo bueno que tiene es que puedes recorrerla a pie tranquilamente, al menos el centro. Y eso fue lo que hicimos, disfrutando de sus gentes, de sus canales, de sus peculiaridades, de sus bicis…
Para mí fue un buen abrir de boca, una buena primera parada,me gustaba el ambiente, la ciudad… Se nos hizo de noche, así que cenamos en un subway que nos encontramos en el camino y volvimos al hotel.
Y si nos había gustado La Haya con un paseo y una primera impresión, sin saberlo, habíamos dejado lo mejor para el día siguiente. Pero eso tendrá que esperar a la siguiente etapa.