El día 25 nos levantamos pronto con intención de comenzar visitando el Parlamento a primera hora, pero cuando llegamos ya no había entradas. Las visitas son guiadas, y hay cuatro turnos en español: 10:15, 13:15, 14:15 y 16:00. Así que cambiamos la planificación del día y lo dejamos para el último turno.
Sacamos las entradas y nos dirigimos a ver el monumento a los judíos que se halla a orillas del Danubio entre el Parlamento y el Puente de las Cadenas.
Durante la II GM los judíos húngaros eran el segundo grupo más numeroso en Europa tras los rumanos. Al igual que en otros países, vieron mermados sus derechos y libertades y en la primera mitad del año 1944 casi medio millón de judíos húngaros fueron enviados a Auschwitz. En Budapest apenas quedaron 200.000 judíos, casi los únicos que quedaban en todo el país. Se les trasladó al guetto y vivieron más o menos tranquilos hasta que en octubre los alemanes se apoderan de Budapest y los nazis gobiernan la ciudad. En noviembre obligaron a más de 70.000 judíos a caminar hasta los campos de Austria. Los que sobrevivieron tras dos meses caminando en condiciones invernales fueron llevados a Dachau o Mauthausen. De los que quedaron en Budapest, entre diciembre del 44 y enero del 45 la Cruz Flechada fusiló otros pocos a lo largo de las orillas del Danubio y arrojaron sus cadáveres a este. Para cuando las fuerzas soviéticas liberaron la ciudad en febrero del 45 quedaban 70.000 judíos en Budapest.
Este monumento conmemora este genocidio. Se colocó en 2005 y presenta la escultura de 60 pares de zapatos distribuidos en el borde del muelle. Una muestra de que la historia hay que recordarla. A mí se me iba la mente a nuestra visita a Dachau.
Tras un momento de reflexión, continuamos el camino en el otro sentido, en dirección al Puente de Margarita, para dar un paseo por la isla del mismo nombre.
La Isla de Margarita fue un lugar de retiro y contemplación religiosa desde el siglo XI. Como muestra, podemos encontrar los restos de dos iglesias y las ruinas de la casa conventual de la princesa Margarita.
Incluso su tumba.
La isla se abrió al público en 1869 y hoy en día es un un pulmón de la ciudad. Estaba lleno de gente corriendo, con la bici, familias… Incluso se puede disfrutar de las piscinas que aprovechan las fuentes termales de la isla.
Aparte de una fuente musical, podemos encontrar un jardín japonés (o un intento) lleno de tortugas, un jardín de rosas y un pequeño zoo.
También encontramos unas curiosas estatuas hechas con Legos
Dimos un paseo disfrutando de las zonas verdes y volvimos a tomar el puente, esta vez para cruzar a Buda, ya que el primer día, con el atardecer habíamos visto un par de picos por la zona y el día anterior con el Castillo y el Monte Gellért nos pillaba un poco lejos.
Esta zona es conocida como Ciudad del Agua, ya que en la Edad Media sufría constantes crecidas. Estaba habitada por pescadores y artesanos. Y tuvo unas murallas durante la ocupación turca.
Las iglesias que se veían en el horizonte desde la otra zona eran:
Santa Ana, con sus torres gemelas es del barroco tardío y una de las más importantes de la ciudad. Inicialmente fue jesuita, pero en 1760 sufrió un terremoto y diez años después la disolución de la orden retrasó la finalización de las obras.
La Iglesia calvinista, de finales del XIX destaca con sus tejas cerámicas. Fue levantada sobre el solar de un antiguo mercado medieval. Tiene como curiosidad su plano de iglesia católica, que no tiene nada que ver con las necesidades litúrgicas y eclesiásticas de los calvinistas.
Santa Isabel, de mediados del siglo XVIII, construida sobre las ruinas de una antigua mezquita. Y la Iglesia de los capuchinos de la época medieval que pasó a ser mezquita en la invasión de los turcos. Posteriormente, a inicios del siglo XVIII fue reconstruida siguiendo esquema barroco.
Durante el recorrido por el margen de Buda, pudimos observar el Parlamento, esta vez sin la perspectiva que te da la altura del Bastión de los Pescadores.
Continuamos hasta el Puente de las Cadenas y lo cruzamos para comer en Pest. Esta vez tocó un subway. Y de ahí nos fuimos al Parlamento para la visita guiada.
El Parlamento de Budapest es el edificio más representativo de la ciudad y uno de los más famosos de Europa. Además, es el tercer parlamento más grande del mundo después del de Rumanía y el de Argentina.
Construido entre 1884 y 1902, e inspirado en el londinense, consta de 691 habitaciones y fue la obra más grande de su época. Tiene unas dimensiones de 268 metros de longitud y 118 de ancho. En su día demostró el poder económico que tenía el país a principios de siglo.
No se visita entero, tiene dos alas y la sur se usa a nivel gubernamental, nos guían por el otro ala, por la antigua Cámara Alta. En su día, en Hungría había dos cámaras, como tenemos en España, hoy, sólo conservan una, de forma que el ala norte se conserva con fines turísticos. Las estancias más importantes que se visitan son la Escalera Principal, la Sala de la Cúpula y la Antigua Cámara Alta.
La Escalera Principal es impresionante con sus alfombras, el techo y los detalles en cada uno de sus rincones.
La Cúpula tiene 96 metros de altura y está recubierta de elementos dorados. Y en los pilares que la sustentan podemos encontrar figuras de los reyes de Hungría. Pero lo más impresionante de esta sala es la corona (con su cruz torcida), el cetro y el orbe, custodiados por unos guardias y donde no se pueden hacer fotos. Es impresionante.
Pero los pasillos no se quedan atrás.
La Antigua Cámara Alta huele a madera. Y demuestra su majestuosidad con los terciopelos de los asientos y el brillo dorado mires donde mires. Hoy en día se alquila para conferencias, o incluso para rodajes.
En el exterior de la sala encontramos un reposa-puros. Los diputados salían a fumar entre votación y discurso, y tenían su hueco en el alféizar de la ventana.
Ya fuera, enfrente del Parlamento está la plaza Kossuth, en la que encontramos el Museo Etnográfico, el Ministerio de Agricultura o la estatua ecuestre de Ferenc II, príncipe de Transilvania que lideró las revueltas independentistas contra los Hasburgo entre 1703 y 1711.
Otra estatua que se encuentra en las proximidades es la de Attila József, un poeta.
Callejeamos hasta salir a la Avenida Andrássy encontrándonos algún edificio tipo soviético
y tras unos 40 minutos llegamos a la Plaza de los Héroes, donde se encuentran las estatuas de los líderes de las siete tribus magiares fundadoras del país. Evoca una época de orgullo en la historia de Hungría.
La plaza está presidida por la figura del dios de la guerra. Y en el centro, la gran columna central rematada por el arcángel Gabriel. En los laterales encontramos el Museo de Bellas Artes (izquierda) y el Palacio de Arte (derecha).
Y justo detrás, se abre el parque de Városliget, el principal lugar de esparcimiento de la ciudad, lleno de diversas atracciones: un zoológico, el Castillo de Vajdahunyad, la Capilla Ják, la estatua del personaje anónimo y, por supuesto, los baños Széchenyi.
Inicialmente el parque fue un recinto de caza que usó la nobleza durante años. En los siglos XVIII y XIX se fue transformando paulatinamente hasta convertirse en el parque que es hoy.
El Castillo no es un castillo en realidad, sino un conjunto de edificios de estilos arquitectónicos diferentes.
Fue construido en madera para la Expo de 1896. Aspiraba a ilustrar la historia y evolución de la arquitectura en Hungría. Los pabellones van en orden desde el gótico hasta la actualidad pasando por el Renacimiento, Barroco… Aunque a mí me dio más la sensación de pegote. Aunque he de reconocer que gana en las fotos. Cobró tal popularidad que, a principios del siglo XX fue reconstruido en piedra para convertirlo en permanente.
Los baños son los más profundos y calientes de la ciudad.
El agua llega a la superficie a 74-75º. Tiene propiedades curativas, sobre todo es recomendada para el reumatismo, articulaciones y músculos. El geólogo Zsigmond descubrió las fuentes termales en 1879 mientras perforaba un pozo y los baños se construyeron entre 1909 y 1913. En 1926 se añadieron tres piscinas al aire libre a las 12 que tiene en el interior.
No llegamos a pasar por falta de tiempo, y porque frío precisamente no hacía a finales de junio, aunque llevábamos unos días de nubes y llovizna.
En el parque te puedes encontrar bancos curiosos como estos
Volvimos en metro al centro donde nos buscamos una terraza para tomar unas cervezas y reposar un rato. Para terminar el día paramos en un Padthai Wokbar (gran descubrimiento) para comprar la cena y nos la llevamos para el hotel que teníamos que preparar la mochila para marchar al día siguiente rumbo a Bratislava.
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