Nueva serie a la lista «para ver»: Counterpart

Reconozco que no soy muy fan de la ciencia ficción, pero cuando vi el trailer de Counterpart me gustó por su estética de thriller de espías. Y también por el giro de guion. Pero empecemos por el principio.

El piloto comienza con el día a día de Howard Silk, un hombre monótono y rutinario que cada mañana antes de ir a trabajar acude a una cafetería cercana para jugar una partida de Go. Después toma el transporte público y durante su trayecto lee una novela. Una vez en la agencia de espionaje de las Naciones Unidas en Berlín donde trabaja, entrega su móvil, se cambia de ropa y realiza sus tareas burocráticas siguiendo las pautas establecidas, por muy absurdo que parezca todo.

El espectador atiende a la sucesión de escenas sin saber muy bien a qué se dedica este anodino personaje. Todo tiene un cierto aire kafkiano. Pero lo cierto es que ni siquiera él sabe lo que hace ni por qué. Eso sí, después de treinta años siguiendo las normas cree que merece un mejor puesto, con más acción, y así se lo hace saber a su superior. Sin embargo, su jefe no lo considera lo suficientemente carismático como para ocupar un puesto en la sección de estrategia y le despacha rápido. Pronto descubre que ya han ascendido a uno de sus compañeros en su lugar.

Por tanto, continua con su vida y acude, como cada día, al hospital, a visitar a su mujer Emily, que lleva seis meses en coma tras sufrir un atropello.

Y así un día tras otro.

Sin embargo, a la jornada siguiente hay algo que pone patas arriba el mundo de Silk. A su llegada a la sede de las Naciones Unidas su pase no es válido y dos agentes de seguridad lo conducen a una sala en los sótanos donde se reunirá con su superior. Este le presenta una dimensión desconocida. Según le cuenta, durante un experimento fallido realizado en la Guerra Fría, quedó abierta una puerta a una realidad paralela a la que solo se puede acceder desde el edificio en el que trabajan. Y mientras Howard intenta asimiliar esta información, hacen entrar a un hombre encapuchado que resulta ser él mismo.

De repente el tipo gris al que le habían rechazado un ascenso por ser poco significativo se convierte en una pieza clave para el gobierno. Y es que hay alguien de una dimensión está matando a gente de la otra de forma indiscriminada y le necesitan para que su Doppelgänger ocupe su lugar y detener al fugitivo.

El otro Howard es totalmente opuesto al que ya habíamos conocido. Este tiene una personalidad más fuerte, es decidido y sí que ha ido escalando puestos, no se ha quedado en un mero subalterno. Y aquí tenemos Leit Motiv de la serie: el what if, el qué habría pasado si el primer Howard hubiera tenido algo más de arrojo que el del otro mundo, si hubiera tomado otro camino. Counterpart nos hace reflexionar en cómo nuestras decisiones y pasos condicionan nuestro futuro.

J. K. Simmons interpreta a ambos personajes con maestría. Tanto al taciturno que viste con tonos oscuros y se fija en los detalles, como al duro y directo. Asume a cada uno de los Howards dándole una porte y una actitud totalmente diferentes.

La ambientación de este universo de despachos y conversaciones secretas está muy conseguida con un tono apagado y opresivo que recuerda a los relatos clásicos de espías. Es un elemento más de la narración que sirve para introducirnos de lleno en el thriller.

Pero no hay que engañarse, no se trata solo de una serie de espionaje y conspiraciones gubernamentales con cierto toque de cine negro; sino que nos traslada a un drama humano al ahondar en la dualidad de los dos Howards.

Y es que si reflexionamos un poco tras el primer episodio nos damos cuenta de que ha sentado las bases de la serie, pero la información va apareciendo dosificada y nos deja con más preguntas que respuestas. Nos hemos metido de lleno en una intriga de la que apenas conocemos más que a sus protagonistas. Habrá que ver los 9 capítulos restantes de la primera temporada para ver si se van resolviendo las incógnitas.

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