Experiencia viajera: Lo que he aprendido

La vida es un aprendizaje en sí, y vamos creciendo a fuerza de prueba-error. A veces tropezamos varias veces en la misma piedra, pero siempre sacamos algo de esa experiencia. Con los viajes ocurre lo mismo, pueden ir bien, mal o regular, pero siempre aprendemos algo. Y no solo la vida, sobre el lugar al que viajamos o la gente con la que nos cruzamos en el camino, sino también sobre una misma. Hoy quería recopilar varias cosas que he ido aprendiendo con mis viajes a lo largo de estos años.

1. Estoy atenta a cualquier chollo: He ido descubriendo páginas en internet que publican promociones, chollos o tarifas error; he aprendido a usar herramientas que facilitan la búsqueda de diferentes combinaciones a la hora de comprar billetes de avión; y, en general, he ido descubriendo trucos allí y allá que hacen más asequibles los viajes.

2. Soy una experta planificadora: Bueno, en realidad siempre he sido muy ordenada y me ha gustado tener todo controlado. Lo que realmente he aprendido de la experiencia viajera es cómo cuadrar las rutas para sacar el máximo partido. Me gusta hacer mis guías, recopilar información sobre el destino, buscar mapas, conocer medios de transporte disponibles…Y esto en parte va relacionado con el punto 1, ya que en general hay que jugar con fechas, horarios y cuándo y cuánto estar en según qué lugar. Como por ejemplo hacer la noche de un jueves en Las Vegas, viajar al Gran Cañón y zona navaja en viernes y sábado, para volver la noche del domingo de nuevo a la ciudad del pecado. De esta forma nos ahorrábamos un pico en noches de hotel. En ocasiones me equivoco o me dejo cosas en el tintero, pero por lo general suelo valorar todas las opciones y factores dejando incluso espacio para modificaciones de última hora.

3. Me ajusto al presupuesto: No siempre se pueden controlar todos los aspectos económicos de un viaje (transporte, alojamiento, entradas, comida, seguro…), pero como siempre estoy buscando chollos y ofertas, al final, si algo se sube un poco de precio, compenso por otro lado. Por ejemplo, si no me queda más remedio que pagar un billete de avión más caro de lo que yo esperaba, intento ahorrar en alojamiento aprovechando descuentos o promociones, o bien tiramos más de bocadillos y supermercados. No obstante, cuando eres una persona de gustos sencillos y poco consumista, en realidad acabas empleando el 95% del presupuesto en logística y alimentación. El resto se puede ir en algún recuerdo o souvenir, poco más.

4. He aprendido a optimizar el equipaje: Cuando comencé a viajar volvía con prendas que no me había puesto. Sin embargo, con el paso del tiempo he descubierto que no hay que complicarse mucho la vida con tantos porsiacasos. Que si paraguas, botas y chubasquero no sea que llueva, que si gorro/a y crema protectora por si hace mucho calor, que si un vaquero más de vestir con una camisa por si en algún momento vamos a un lugar más formal… La mitad de las cosas eran innecesarias porque acababa eligiendo la misma combinación que habría elegido en mi día a día en casa: vaquero + camiseta (+jersey si hace frío). Así pues, ahora calculo los días que me voy, busco lo más cómodo y versátil y enrollo para ahorrar espacio. Y si me puedo llevar alguna prenda con mucho trote, eso que me aligera a la vuelta.

5. No tengo problema con los madrugones: Es verdad que esto aprendizaje como tal… pues no, porque siempre he sido una persona de mañanas. No es que me encante madrugar, pero me levanto en cuanto suena el despertador. No soy de las que tienen varias alarmas cada 5 minutos. Lo que sí aprendí pronto (ya cuando viajaba con mis padres) es que aunque estés de vacaciones, si quieres aprovechar el día, lo mejor es madrugar.

6. Soy activa: Esto sí que difiere de un día normal, y es que yo después de llegar de trabajar me voy apagando poco a poco y la mitad de los días lo único que me apetece es procastinar en el sofá. Sin embargo, como decía en el punto anterior, cuando estás de viaje, si quieres aprovechar al máximo, tienes que ponerte las pilas y un buen calzado para que cunda bien el día. El cansancio viene después, cuando vuelves a casa y paras.

7. He aprendido a disfrutar del momento: Hace tiempo me ponía nerviosa con cualquier contratiempo o situación que se escapaba a mi control. Ahora me tomo las cosas de otra forma. No sé si tiene que ver con los viajes o simplemente con la edad (seguramente esto último), pero en cualquier caso cada vez me tomo los imprevistos con mejor filosofía. Desconecto y soy capaz de disfrutar del lugar en el que estoy y las experiencias que me ofrece. ¿Que me diluvia en Copenhage? Pues una ducha calentita al llegar al barco y una anécdota para siempre en la memoria.

8. Soy flexible y abierta a las improvisaciones: Sí, me informo sobre el lugar adonde voy y planifico al milímetro, pero también he aprendido que está bien perderse y descubrir nuevos lugares o cambiar los planes porque no te apetece o no se puede. He asimilado que no siempre se puede ver todo lo que llevas en la lista y que tienes que priorizar. Está bien saber dónde vas y qué te ofrece, pero no es imprescindible tachar todos los puntos como si se tratase de los trabajos de Hércules.

9. Soy una buena copiloto: Conducir, conduzco, pero como no es algo que haga a diario, no me siento plenamente capacitada para hacerlo por un país desconocido con diferentes normas de tráfico o señalización. Así pues, no tengo problema en ir de copiloto. Y es curioso, porque no se me da nada bien orientarme sobre el terreno, las cosas como son; sin embargo, dado que suelo preparar las rutas y empaparme sobre el lugar al que vamos, sé dirigir al conductor con bastante precisión. No me importa que sea mapa o GPS, me adapto. También proveo de comida o bebida, hago fotos y me encargo de la música. Toda una joya.

10. He abierto mis miras gastronómicas: No he sido nunca de mal comer, la verdad sea dicha. Pero sí es cierto que soy más bien de comida tradicional: de legumbres, pasta, arroz, estofados, pescado en salsa… Hace años no había probado la comida japonesa, india o marroquí. Es verdad que la globalización ha hecho mucho y hoy en día tenemos restaurantes de todo tipo en España, pero aún así, donde realmente me he animado a probar cosas nuevas ha sido viajando. No voy a negar que con cuidado, porque tengo un estómago delicado y las comidas muy contundentes o con nata/bechamel no me sientan muy bien, pero intento probar cosas nuevas allá donde voy.

11. Procuro ser menos turista y más viajera: Intento seguir la premisa de «allá donde fueres haz lo que vieres» y respetar las costumbres locales. Los turistas están cada vez peor vistos porque interfieren con el día a día de los habitantes del lugar, así que intento no ser bulliciosa, molestar o ensuciar.

12. He aprendido sobre historia, cultura y geografía: Este es quizá el punto que se lleva la palma, pues tenía tal déficit en historia y geografía, que he ido aprendiendo sobre la marcha al documentarme para preparar los viajes. Tenía nociones básicas de continentes, países, capitales, fechas de las guerras mundiales… cosas así. Pero desde luego se aprende mucho más viajando de mayor que estudiando estilo loro el temario en el colegio. Ahora sé dónde estaba la Bastilla, dónde comenzó la I Guerra Mundial, cómo quedaron los edificios de Hiroshima, cómo eran los campos de concentración, cómo era un barco vikingo o cómo es la vista con Asia a un lado, al otro Europa y allá en el frente Estambul.

13. Me he soltado al hablar idiomas: No es que haya sido nunca muy cortada al hablar en otro idioma, pero no es lo mismo practicar en clase que soltarte en el mundo y tener que entenderte con los locales. No pasa nada por equivocarse en la fonética o en la gramática, generalmente la gente es bastante comprensiva y aprecia el esfuerzo que estás haciendo para comunicarte en una lengua extranjera. Y si no, siempre queda la mímica. Estuvimos 21 días en Japón y en ocasiones nos encontramos con personas que no hablaban otro idioma que el suyo. Sin embargo, en todo momento conseguimos entendernos. Y siempre con una sonrisa de complicidad porque tú no hablas japonés y ellos no hablan español (o inglés).

Y hasta aquí lo que he aprendido con los viajes. Quizá me deje algo en el tintero, pero espero seguir sumando aprendizajes y hacer una segunda lista.